Días buenos, regulares y malos



Una de las cosas que más nos inquieta a los padres de niños con diabetes, son las oscilaciones de glucemia que, sin causa aparente, los obligan a vivir en una especie de montaña rusa, capaz de pasar de 250 a 40 mg/dl sin  que podamos hacer nada para evitarlo.
Ayer yo tuve un día rarísimo. Parece que se conjuraron ante mi todas las calamidades que podían pasar: problemas en el trabajo, accidente casero y brote de viriasis que ha afectado a Dani. Con lo que, llegó un momento en que sólo tenía ganas de que el día terminase y se pusiese fin a una jornada que había empezado mal, y fue a peor minuto a  minuto.
Cuando el día se tuerce desde primera hora, resulta complicado enderezarlo. Unas veces porque nuestro ánimo va paralelo a las circunstancias y por tanto, no resulta fácil dar un cambio de actitud ante los problemas, y otra (no menos importante) porque siempre he pensado que hay días en que la vida se empeña en llevarnos cuesta abajo sí o sí.
Y cuando estamos inmersos en situaciones personales que nos absorben, plantear las pequeñas afectaciones que le pueden surgir a los chicos, se convierte en un mundo... porque a fin de cuentas somos personas como cualquiera, con derecho a sentirnos frustrados, agotados y por supuesto apáticos.
El otro día, alguien me vendió el hecho de "haberse portado bien conmigo" cuando mi hijo se puso enfermo. Me pareció -no sólo una falta de categoría personal indiscutible- sino además, una crueldad  tan incomprensible que llevaré grabado ese comentario el resto de mis días en la cabeza y el corazón.
No sólo pienso que hay que saber comportarse, como adultos que somos, sino que no puedo imaginar a nadie con dos dedos de frente utilizando a los hijos de otros, para vender un supuesto favor, (que igual tampoco es para tanto... pero aunque lo fuese). Si haces algo, hazlo.. y no comercies con ello. Pero si lo vas a vender... ¡Que sea desde el principio! deja las cosas claras y no  aproveches que con el tiempo están las barreras bajadas para entrar a matar.
No dejan de sorprenderme actitudes como esta, que jamás podré entender, compartir ni suscribir, pero que -lamentablemente- están irracionalmente extendidas.
Creo que todos los que hemos afrontado cosas así en la vida, sabemos que a corto o medio plazo pasan factura, de una u otra forma (ansiedad, depresión, agotamiento mental, o simple desgaste en el trato), pero creo que pese a eso no debemos permitirnos arrastrar este lastre más tiempo del estrictamente imprescindible.  Si somos capaces de liberarnos de una carga que pretenden ponernos encima, y que debemos considerar nuestra.. llegaremos  antes y con mucha más energía a nuestras pequeñas metas diarias.
Así me siento hoy, a diferencia de como me sentía ayer:
Vital, enérgica, activa e impermeable a aquellas cosas que no quiero tener en mi vida.
Quizá otro día llore (como lo hice ayer), pero hoy me queda disfrutar del día de primavera, sin permitir que la lluvia de hoy me amargue el sol que seguro saldrá mañana...

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